Los límites de la transparencia

2003-2011


Cuando visitamos una nueva ciudad o bien caminamos por ciudades ya conocidas, aparecen ante nosotros edificios, calles, transeúntes; pero al mismo tiempo, cada persona inventa su propia visión del lugar que visita y habita. Este proyecto se centra en esas imágenes de ciudades europeas, que no aparecen a simple vista, sino que se descubren a partir de la interiorización de lo que emerge ante nosotros. Es la síntesis, la fusión de ideas, sentimientos guardados en la memoria, lo invisible con lo real, lo visible. La superposición y la mezcla de distintos momentos y estados. La luz de invierno. Imágenes sin sol. Escenas frías. Recorridos por espacios compatibles o no para dar al ser humano rayos de luz, los reflejos del alma.

Las ciudades, cuando las paseamos, son ráfagas, son nuestra forma natural de evolución, nuestro propio lenguaje no objetivo, directo, poético, inventado. La versión subtitulada de nuestra ida.

Las avenidas de París o Berlin, Dublín o Edimburgo, Madrid o Fuenlabrada nos someten e invitan a caminar por nuestro mundo interior. Un concepto de vida en el que cree la ciudadanía gracias al impulso espiritual de cada individuo.

Este proyecto es un viaje y lo que intenta relatar es la imagen difusa, lo que proyectamos de nosotros mismos en nuestros movimientos, durante los viajes a esas ciudades, a través de la observación. Estos escenarios deshabitados están intensamente poblados pero vacíos y éste es el desafío entre el sonido del silencio y los inexplicables objetos reflejados o intuidos a través de la materia; lugares de ir y venir; invernadero de ilusiones; la ley de los cambios; espacios metafísicos; líneas de continuidad y de ruptura.

Ciudades cómodas y ásperas, de belleza indescriptible, o de soledades envolventes, desde el extrarradio hacia el interior, desde el interior a la periferia Las eurocities y su común denominador, los límites de la transparencia.

Un viaje emocionante e intenso como cuando de niño, en mi casa, se dejaban la puerta abierta y contemplaba desde mi habitación el amanecer de un nuevo día.

Texto de Fernando Flores Huecas