El imperio de los sentidos

1994-1998


El imperio de los sentidos es la tercera de las series que concentran los trabajos más importantes de Fernando Flores. A ellas viene dedicándose durante los quince últimos años. La que ahora se presenta, sigue a las anteriores tituladas Del Lenguaje de la Luz y la Palabra y Los Paraísos Artificiales. Enlas tres series, las imágenes se entremezclan, se entrecruzan, se superponen. Ahora bien, si en Los Paraísos Artificiales hay una tendencia al fotomontaje, al collage fotográfico, en El imperio de los sentidos, la tendencia es más a la superposición, a la compartimentación y convivencia de imágenes. Asimismo, si enLos Paraísos Artificiales se puede rastrear una clara influencia del cine, de la publicidad, es decir, un trabajo a partir de emblemas, de prototipos, de eslóganes y elementos propios de nuestro mundo moderno, en definitiva, de imágenes exteriores que dan lugar a nuevas asociaciones, a nuevas interpretaciones, en El imperio de los sentidos, la búsqueda no solo es más interior sino que en los sueños, en deseos incumplidos, en intuiciones no racionalizadas. Aisladas del mundanal ruido, insertadas en otro tiempo, las imágenes recuperan su quietud, se nos aparecen en todo su enigma y sentido.

La constante en esta serie es la reiterada imagen de la figura femenina, salpicada de tanto en tanto con alguna masculina presencia del paisaje, unas veces como sujeto fundamental, otras, inmerso, jugando un importante papel en las demás obras. En todo caso, se trata de una paisaje construido, abstracto, imaginado, intuido, un paisaje del deseo. Siempre nocturnos, rocoso, recorridos por ráfagas de luz, nebulosos, estos paisajes, contribuyen a realzar el lado onírico, idealizado, irreal, de donde parecen surgir las imágenes. Imágenes de duermevela indefinidas, imprecisas, apenas intuidas.

Las figuras femeninas aparecen lejanas, inaccesibles, casi míticas. Ensimismadas en su propio mundo, ausentes, parecen bastarse por sí mismas, no tener nada que ver con lo que las rodea. Colocadas en sus paisajes, cual objetos inanimados, se nos parecen en todo su misterio, inalcanzables. El mismo modelo de mujer se repite a lo largo de la serie y recuerda, en cierto sentido, al modelo que Gustavo Moreau pintó una y otra vez: heroínas, vírgenes, figuras mitológicas.... Siempre enigmáticas, ensoñadoras, de belleza casi gótica, etéreas, idealizadas, su misterio se nos escapa, quedan como atrapadas en un tiempo y un lugar de ensueño, en un tiempo irreal, detenido, que las hace aún más inaprensibles. Solo en algún caso, esas figuras femeninas pertenecen a un mundo real, aunque también mitificado, como en esa fotografía en que sobre un paisaje huracanado surgen rostros de actrices ya míticas en el panteón cinematográfico.

Las escasas veces que, en esta serie, Fernando Flores recurre a la figura masculina, lo hace también a través de imágenes míticas. Mitad divinas, mitad humanas, a las figuras masculinas se muestran igualmente ensimismadas, distantes, ausentes, como detenidas en otro tiempo. Parecer...surgir de entre las sombras. En medio de paisajes nocturnos, rocosos, románticos, recorrido por ráfagas de luz, ellos también son portadores de misterio, conservan sus enigmas.

Texto de Oliva María Rubio


The empire of senses

The empire of the senses is the third of the series that concentrate the most important works of Fernando Flores. He has been creating them for the last fifteen years. This last series, follows the previous ones entitled Del Lenguaje de la Luz y la Palabra and Los Paraísos Artificiales (From the Language of Light and the Word and The Artificial Paradises). In the three series, images are intermingled, intertwined and superimposed. Now, if in The Artificial Paradises there is a tendency to photomontage, to photographic collage, in The Empire of the Senses, the tendency is more towards superposition, compartmentalization and coexistence of images. Likewise, if in Artificial Paradises one can trace a clear influence of cinema, of advertising, that is, a work based on emblems, prototypes, slogans and elements of our modern world, in short, on external images that give rise to new associations, new interpretations, in The Empire of Senses the search is not only more introspective but also it dwelves into one's own dreams, in unfulfilled desires, in non-rationalized intuitions. Isolated from the worldly noise, inserted in another time, the images recover their stillness, they appear to us in all their enigma and meaning.

The constant in this series is the reiterated image of the female figure, sprinkled from time to time with some masculine presence of the landscape, sometimes as a fundamental subject, other times, immersed, playing an important role in the other works. In any case, it is a constructed landscape, abstract, imagined, intuited, a landscape of desire. Always nocturnal, rocky, traversed by bursts of light, nebulous, these landscapes contribute to enhance the dreamlike, idealized, unreal side from which the images seem to emerge. Images of undefined, imprecise, barely intuited sleep.

The female figures appear distant, inaccessible, almost mythical. Engrossed in their own world, absent, they seem to suffice by themselves, to have nothing to do with their surroundings. Placed in their landscapes, like inanimate objects, they appear to us in all their mystery, unreachable. The same model of woman is repeated throughout the series and reminds us, in a certain sense, of the model that Gustavo Moreau painted over and over: heroines, virgins, mythological figures.... Always enigmatic, dreamy, of almost gothic beauty, ethereal, idealized, their mystery escapes us, they remain as if trapped in an oneiric time and place, in an unreal, detained time, which makes them even more elusive. Only in some cases do these female figures belong to a real world, although also mythologized, as in that photograph in which the faces of actresses already mythical in the cinematographic pantheon emerge over a hurricane landscape.

The few times in this series that Fernando Flores resorts to the male figure, he also does so through mythical images. Half divine, half human, the male figures are equally self-absorbed, distant, absent, as if detained in another time. They somehow seem... to emerge from the shadows. In the midst of nocturnal, rocky, romantic landscapes, traversed by bursts of light, they are also bearers of mystery, they preserve their enigmas.

Texto de Oliva Mª Rubio. Traducción libre